Un caballo de hierro
Los cambios se deben dar, en este momento, es lo que escucho todos los días y en todas partes. Pero a mí que.
Yo quiero vivir mejor; que mi padre tenga un buen salario y un mejor patrón, no el negrero que hoy tiene.
Aquí en mi pueblo se dice que pronto tendremos escuela, esto me emociona mucho por fin podré leer y sobre todo escribir lo que pase aquí, en este pueblo olvidado.
Me levanté con tanta flojera que no se que día es hoy, le preguntaré a mi mamá, ¿mamá que día es hoy? Lunes niño, ve a la tienda de Don Fermín y me compras 1 Kg . de harina y ¼ de sal, que me lo apunten, tú papá lo pasa a pagar el sábado que es día de raya. Llegue al pueblo en mi pequeño burrito lo amarre y camine hacia la tienda, Don Amando le dijo al tendero a gritos este día es memorable anótenlo todos 23 de noviembre de 1882. Me quede parado escuchando la noticia que Don Amando nos iba a decir….. Pero ese ruido que no me dejó escuchar lo que nos iban a comunicar. Me asomo, y, se ve gran cantidad de polvo y se escuchan los cascos de muchos caballos, Salí a mirar y a tratar de escuchar que decían los que venían a caballo. Dicen que llega el ferrocarril, ¿que será eso? ¡Ferrocarril, que palabra tan rara¡ escucho decir o otros que estaban allí que eso era un caballo de hierro; regreso a casa y le platico a mi mamá lo que escuche cuando fui a la tienda del pueblo, y le pregunto ¿Qué es un caballo de hierro? Y mi mamá me responde que ella no sabe nada de eso.
Voy a buscar a alguien que me saque de la duda, será un animal enorme y muy fuerte para que cause gran emoción entre la gente y cuantas personas podrá cargar si es tan grande y seguí caminando con paso cada ves más rápido pero no encontré a nadie que me sacar de la duda. Pensando en eso se me pasa el día muy rápido, y hasta ahorita nadie ha respondido a mis preguntas.
Al día siguiente me levanto muy temprano para dirigirme al pueblo, pero mi mamá me dice que si no ayudo en la casa no podré salir a ningún lado.
Se llegó la tarde y voy a buscar a Santiago, mi amigo, llego a su casa, toco la puerta y me dice que pase que su papá tiene un nuevo trabajo, que el día de ayer lo contrataron para trabajar en el ferrocarril y ¿que va a hacer? No se contestó, su mamá pero están contratando a todos los que llega porque este ferrocarril va a llegar desde Veracruz hasta la ciudad de México, con la curiosidad que tengo encima corro a apuntarme a la oficina < que no es otra que la cantina del pueblo que hoy luce en silencio, casi por completo> el hombre que está anotando me pregunta mi nombre y mi edad, solo alcanzo a decirle que tengo 13 años. Me entrega un papel que no se que dice, el papá de Santiago me lo arrebata y me dice que me tengo que presentar a las 6 de la mañana con el capataz al día siguiente.
Casi no puedo dormir entre vuelta y vuelta soñé que me subía a ese gran animal y que me llevaba a lugares que ni tenía idea que existían, a, pero primero pase a saludar a la Virgen de Guadalupe, pues fue el primer lugar donde ese enorme animal se paró.
Señor capataz soy Pedro y, el papel muchacho, ¿el qué? El papel que te dieron ayer para que vinieras aquí está esta es tú herramienta de trabajo, < solo me entregó un par de cubetas y una vara grande> ¿para que será? Ya se seré el encargado de darle de comer al gran caballo pero no fue así solo era el que llevaba el agua a los trabajadores, desde el río llevo una y otra vez porque el sol es sofocante y el polvo me llega hasta la garganta. Pero yo todavía no he visto ese caballo tan enorme, pero mañana será otro día, estoy muy cansado.
Después de muchos días ya estoy tan cansado que ya ni quiero ver el animal ese. Pero aun así sigo trabajando la paga a ayudado a mi familia mucho.
A pasado mucho tiempo como seis u ocho meses y por fin a llegado el gran día la llegada del ferrocarril, el pueblo se vistió de gala, las mujeres sacaron sus mejores galas y hornearon una gran comida para compartir entre todos. Que sonido tan raro se escucha demasiado fuerte es mucho el humo que se ve es muy alto se ha parado frente a mi no lo puedo creer, es enorme y me puedo subir a él todo está brillante sus cortinas huelen a nuevo, sus asientos lustrosos me hacen pensar que valió la pena tanto esfuerzo, tantas idas y venidas al río, las botas gastadas y las manos encallecidas por tanto cargar las cubetas…. El maquinista me ha invitado a acompañarlo a la máquina principal y veo como se alimenta con gran cantidad de carbón, sus vagones limpios y lustrosos nos llevaran a la ciudad de México a conocer a Don Porfirio Díaz nuestro gran presidente de la República.
Adiós, mis padres me acompañan en este viaje, a mi regreso tendré que ir a la escuela para poder escribir esta gran hazaña que paso en mi pueblo. Ha se me olvido decirles que de la gente que llegó a mi pueblo se quedó allí viviendo y si, sólo éramos unos cuántos, ahora somos tantos que ya ni nos conocemos. Hasta luego
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